sábado, 14 de enero de 2012

Un título ridículo


Sí, sin duda este no es el mejor comienzo. Pero de algún modo había que titularlo, y la intención es que, en adelante, cada post o cada tema vaya, de alguna manera, ligado o encadenado con el anterior. Por eso me acordé de los versos encadenados y de los tercetos, también los pobres, encadenados, pero, claro, incapaz de versificar todo un blog (aunque algún que otro ripio caerá, pues son mi debilidad, como las patatas fritas), pensé en hacer prositas o prosículos, que son a la prosa lo que los versitos o versículos a la poesía de verdad.
Encadenado también está Le Canard, pero sus cadenas de origen son otras, y sus empeños más nobles, aunque ya me gustaría lucir en estas páginas virtuales algo de su mordaz espíritu.
Y el “título ridículo” de este post era inevitable, como justificación autocrítica del nombre del blog y como primera muestra de mi irresistible propensión por los ripios.
La incitación última para lanzarme a esta obscena tarea provino de mi vecina bloguera y sin embargo amiga, la Oro. En realidad este no es mi primer blog, el anterior tuvo unas pretensiones literarias tan elevadas, que me impidieron pasar de la tercera línea del primer post… una semana después de escribir esas breves líneas, lo borré.
Así que, llegados a este punto, ya he batido mi propio récord. No era difícil, dirán algunos (si ahí fuera hay algún lector). No era difícil, podría pensar yo mismo (pero no lo pienso, porque sé de quién estamos hablando), pero fácil tampoco era, como ya confesé en un comentario al ya referido blog de mi ya citada amiga. De ahí la tenue ocultación de mi personalidad en la firma: pura timidez. Aunque también sé que mis escasos lectores me conocéis, pues os he ido diciendo (no sin cierto pudor) que me había puesto a esta dudosa tarea de bloguear lo que se me pasase por la cabeza. Ya veremos qué resulta de todo ello.

4 comentarios:

  1. Un título ridículo es un título prometedor.
    ¡Quiero (queremos) más!

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  2. No importan los titulos, si el contenido que les sigue después.
    Viendo que has seguido la propuesta de Begoña, estaré por aquí para leer tu prosa, tus versos o las palabras que nos quieras mostrar.

    Saludos!

    Rebeca.

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  3. Muchas gracias, gran duquesa, por sus palabras de aliento.
    Muchas gracias, mi querida desconocida Rebeca, por la confianza, espero no decepcionaros.
    Pronto excretaré un nuevo prosículo.

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    1. Espero, Monsieur de R., que no padezca estreñimiento, porque empiezo a padecer extrañamiento de sus prosículos. ¡Excrete de una vez!

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